viernes, 24 de abril de 2009

MOVIMIENTOS DE JÓVENES PARA FORTALECER LA DEMOCRACIA Y LA NUEVA POLÍTICA


Por Lya Ayala Vallejo

Las Juventudes Socialdemócratas (JSD) realizaron recientemente en las instalaciones del IEJES un coloquio con Francisco Jovel, en un esfuerzo semanal que convoca a una personalidad del ambiente político nacional para desarrollar intercambio de ideas con los más jóvenes y realizar un diagnóstico de la situación actual de su participación en el proceso democrático del país.

Una idea que Jovel mencionó durante su interesante intervención me provocó escribir este artículo: cuáles serían las condiciones que deberían considerarse para formar movimientos de jóvenes que no sean absorbido por intereses de grupos políticos.

El asesor legislativo y firmante de los Acuerdos de Paz consideró que los movimientos de jóvenes deben reinventarse y deben tener cuidado de calcar la estructura partidarias actuales, al respecto dijo: “la organización debe ser lo más plana, lo menos jerarquizada posible, donde la capacidad de los jóvenes no sea disminuida (…) donde prime la tolerancia sobre cualquier cosa”.

Este planteamiento encierra una propuesta sumamente provocadora e invita a considerar que las incipientes demostraciones de opinión colectiva de la población, debe pasar por una reestructuración absoluta o, para el caso de los jóvenes, crear una estructura que les permita a estos elaborar no solo nuevas maneras de entender y hacer política, sino crear una nueva sociedad basada en la concertación, comprensión y tolerancia.

Y dónde radica buena parte de este proceso de modificación sino en la potenciación y readecuación de las políticas educativas y la estimulación de la cultura; pero más allá de esto, en la formación de un sólido cimiento de pensamiento creativo y solidario, que permita arrancar de raíz la corrupción e injusticia que se ha instalado en la coexistencia y relaciones de los salvadoreños.

A pesar de la esperanzadora idea de Jovel, la realidad inmediata impone otra pregunta, si los jóvenes representan el 33% de electores y, según reciente estudio de Iniciativa Social para la Democracia (ISD), apenas alcanzó un 3% en participación directa e indirecta en el proceso eleccionario del país, cómo abrir el espacio y las oportunidades a los que podrían ser los generadores de una reforma urgente de los cimientos políticos, sociales y culturales de este país.

La respuesta tiene implicación directa con la cultura del autoritarismo, como señaló el mismo Jovel, que a pesar de las condiciones de ley no existe democracia y se impone el autoritarismo. Donde los que ostentan el poder y la toma de decisiones se aferran a una postura o a un puesto con el fin de establecer condiciones que impidan realizar transformaciones.

Es en este punto que la capacidad de los jóvenes no sólo radica en su asombro frente a lo novedoso y a su necesidad de cambio, la potencia inherente a los jóvenes viene dada por la capacidad de renovar lo obsoleto. De ahí que la cultura del autoritarismo puede ser absorbida, poco a poco, por la necesidad de una cultura de tolerancia y respeto, acuñada por la producción de lo intelectual y espiritual a través de la educación y el conocimiento.

La tarea es de largo plazo, es verdad, pero dadas las circunstancias actuales y la demanda de una visión más profunda de la realidad nacional por las posturas extremas de los partidos políticos y la misma sociedad; los jóvenes deben tomar la iniciativa pronto e iniciar el recorrido sobre la marcha, sobre lo que existe y eso sí demanda coherencia y compromiso con una realidad compleja en la que habrá que poner mucho esfuerzo.

jueves, 16 de abril de 2009

¿Y DESPUÉS DEL NEOLIBERALISMO QUÉ?



Editorial de la Revista Ciencia Política


En los anteriores editoriales de esta revista hemos analizado el deterioro y derrumbe del neoliberalismo a nivel mundial, expresado primero en la crisis financiera global y posteriormente en el debilitamiento de los principales rubros de la economía mundial. La pregunta pertinente y necesaria que cabe hacerse en este momento es qué vendrá después del neoliberalismo.

Responder a esa interrogante es importante porque de ello dependerá la eficiencia con la que será superada las crisis económica. En tanto respuesta a la realidad, ésta vendrá dada por decisiones y acciones de los líderes políticos y económicos, pero debiendo tener como sustento un análisis que les permita considerar viables sus decisiones.

Desde la academia corresponde brindar análisis más apegados a la realidad, sobre los cuales podrían apoyarse las posibles decisiones que superarían la crisis. Dichas respuestas deberían intentar remodelar la economía, superando los postulados neoliberales, los cuales en la práctica ya están siendo trastocados por las acciones inmediatas tomadas por la mayoría de mandatarios de las grandes potencias mundiales, pero aún sin definir claramente la ruta, el modelo a seguir.

Es cierto que se están tomando acciones inmediatas y necesarias para disminuir los efectos de la crisis por parte de los principales líderes mundiales, pero aún no sabemos hacia donde deben dirigirse los nuevos modelos político-económicos con los que el mundo podrá gestionar a partir de la vigésima década del siglo XX, esperando que dicho modelo no se agoté ni tan rápido ni con efectos tan nocivos para las próximas generaciones.

Proponen algunos filósofos que cuando no se puede definir con precisión alguna situación, objetivo o concepto, es inteligente empezar por definir lo que no es. Es decir, iniciar por su negación, por lo que no es o no debe de ser, para poder irnos acercando a lo que es o cómo queremos que sea.

Intentaremos hacer un análisis para vislumbrar posibles respuestas modélicas, partiendo de su negación, es decir de lo que ya no debe ser. Partiremos para ello de los últimos veinte años de aplicación de modelo neoliberal en El Salvador, que nos dejan como lección que un nuevo modelo político-económico no debe:

1) Continuar con esquemas fiscales regresivos, pues no han generado una tributación más equitativa de los ingresos, por el contrario la tendencia a la disparidad en los ingresos entre las capas sociales más altas y las más bajas, se ha ido acrecentando.

2) Continuar con esquemas tributarios de baja recaudación, sobre todo en los sectores sociales de mayor ingreso, pues esto debilita al Estado en su rol de redistribuidor y propiciador de condiciones para la generación de riqueza.

3) Continuar basando la actividad productiva del ser humano en energías fósiles y limitadas, por lo que es necesario hacer un rápido y profundo giro hacia la investigación para el uso y producción de energías renovables y alternativas.

4) Seguir manteniendo brechas tan desiguales de educación entre la población, pues la educación es un elemento clave para la generación de equidad.

5) Seguir bajo la lógica de control mínimo del sistema financiero, ya que dicha lógica ha dado espacio a la corrupción, la alta concentración de riqueza y el consumo desmedido por parte de minorías cada vez más reducidas.

6) Seguir procurando el libre comercio en condiciones tan desfavorables para algunos países. Es importante que comience a darse énfasis al comercio como un elemento de integración de las naciones que tienen intereses, necesidades e identidades similares o complementarias. No se trata de oponerse al libre comercio, sino de generarlo dentro de marcos estratégicos de desarrollo para las naciones.

7) Continuar utilizando la actual concepción del término o condición de “Crisis”, pues dicha condición ya era vivida por grandes proporciones de población en el planeta, y muchos fueron los organismos encargados de vislumbrarlo. Esto quiere decir que debemos de redefinir cuándo existirá crisis y para quiénes hay crisis, porque millares de seres humanos en el mundo han estado viviendo en situación crítica desde hace mucho tiempo, incluso desde que el modelo neoliberal era considerado relativamente estable y eficaz por algunos.

8) Continuar basando la gestión económica en “credos ideológicos”, lo cual no significa un abandono o ninguneo de la ideología, por el contrario, lo importante es que las respuestas políticas estén basadas en ideas contrastadas con la realidad, en un ejercicio constante de remojo y debate, para no atrofiar la dinámica social ni económica con medidas que no van de acuerdo a las nuevas realidades.

Esas al menos serían ocho condiciones o premisas sobre las que un nuevo modelo político-económico, alternativo al neoliberalismo no debería sustentarse, pues han significado en buena medida sus principales defectos y generadores de contradicciones. Más que dar repuestas fáciles se trata de ir buscándolas a través del franco debate de ideas, en el que participen la mayor cantidad de actores posibles de las sociedades.

Nuevamente, uno de los grandes errores cometidos por el neoliberalismo, puede ser similar al de los países que vivieron el socialismo real, que anularon el debate de ideas alrededor de su modelo, llevándolo a la esclerosis y finalmente a la parálisis. Quizá la respuesta a la crisis económica, antes que de respuestas eminentemente económicas, requiera de medidas políticas orientadas a la discusión de modelo, tanto al interior de los Estados como en la sociedad mundial de Estados.

Los recursos previstos por las democracias representativas deben ser profundizados y renovados para hacer un mejor diálogo al interior de los Estados democráticos, mientras que el fortalecimiento del multilateralismo quizá sea la herramienta más idónea para la discusión en la sociedad global sobre los nuevos modelos de gestión política en la economía.

Es hora de hacer un replanteamiento serio y rápido, pero esa premura tampoco debe hacernos caer en el error de creer que las respuestas a esta crisis económica vendrán dadas en “encerronas” de técnicos y/o políticos iluminados. Ese fue uno de los grandes errores del neoliberalismo, que al menos para América Latina se convirtió por bastante tiempo en un rosario incuestionable, con medidas-receta elaboradas desde reducidos espacios técnico-políticos (cuya expresión máxima fue el Consenso de Washington), e impuestas con la más obtusa y vertical concepción de las democracias representativas, llegando a abusar incluso de dichos mecanismos.

Hay que insistir que si esta crisis es mundial, su respuesta debe ser buscada de igual manera. Las respuestas ágiles de los principales mandatarios del mundo son necesarias, pero no precisamente acertadas para la superación a mediano plazo de esta crisis. Es hora de abrir el debate, un gran debate mundial sobre los modelo de gestión político-económica, sin que dicha discusión se vuelva en una maraña ideológica que nos enrede más, pero tampoco en una discusión carente de ideas.

En un período de crisis debe acentuarse todavía más que las ideas sólo son buenas en la medida que son útiles. Cuando uno está atrapado en un situación difícil, la mejor respuesta es la que tenga menos costos, sea más ágil y finalmente nos saque totalmente de la situación crítica. Por el momento nos encontramos en un momento crítico, intentando salir, pero sin rumbo. Lo importante quizá sea definir rumbos tentativos ágilmente, pero generando espacios para discutirlos mientras encontramos respuestas más estables, es decir, más sostenibles.

Y cuando se encuentre ese modelo más estable es importante recordar no hacerlo incuestionable, no sacralizarlo ni tampoco satanizarlo.