martes, 10 de marzo de 2009

LA VOLUNTAD DE HACER PERIODISMO RESPONSABLE

Por Lya Ayala Vallejo
Todos los sectores sociales, políticos y económicos han intervenido de alguna u otra manera en el proceso electoral actual, un momento importante y determinante para el país, y esa participación permite observar más compromiso con el rumbo que toma el país. Uno de estos grupos son los periodistas, quienes trabajan todos los días en los medios de comunicación, quienes todos los días tienen contacto directo con este destino.

No me referiré a las empresas periodísticas, porque como periodistas sabemos que al entrar a trabajar en ellas aceptamos las políticas laborales, sin embargo, existe una línea importante que diferencia a los simples recogedores de información de los periodistas: el compromiso con la búsqueda de la verdad, no la verdad relativa, esa verdad no existe.

Más allá de este momento, que pasará después del 15 de marzo, el trabajo periodístico como uno de los garantes del proceso democrático debe ser permanente. Ha sido triste leer y observar, tanto en los medios escritos como de televisión, el poquísimo, casi nulo compromiso de los periodistas con la realidad histórica del país, se echa de menos la capacidad analítica y sintética de un proceso, en el cual hay que invertir lectura y observación profundas.
Existe un argumento generalizado en el mundo del periodismo nacional: si no se trabaja en alguno de los medios de comunicación, dónde se desarrolla la labor profesional. Y la falta de oportunidades de laborar sin filiaciones ideológicas parece ser un cuestionamiento válido y sobre qué posición tomar. Solo que la muestra de pasividad mental resulta poco convincente, sobre todo, para una generación joven que debería demandar una sociedad realmente democrática, una generación que debería cuestionarla y entrar al ruedo sin complejos, una generación que debería buscar por ella misma, con ímpetu, los espacios para opinar y hacerse escuchar.
El problema no radica en que la empresas periodística prescindan de una posición ideológica o simpatía por determinadas posturas, a nadie debe impedírsele optar por ello, eso forma parte integral de la democracia. La dificultad radica en que los periodistas se acomodan a una posición y se van ajustando a ella con el quehacer cotidiano, que llega a envolver su existencia profesional con un velo de indiferencia que lo lanza a recoger información, escribirla sin darse cuenta que en ese proceso pierde la identidad propia y se transforma en un sordo ante su propia realidad.
Y sí, es verdad, no es sencillo para los periodistas salvadoreños, las opciones son mínimas, tienen que decidir a raja tabla: alguno se queda y realiza una labor en áreas donde apoyan lo social, con poco sentido del tiempo y el esfuerzo. Mientras en otras áreas se cuece la información deliberadamente para generar posturas e ideas preconcebidas.
Hay mucho de oscuro en los proceso de elaboración de las notas informativas en los medios de comunicación salvadoreños, unos más, otros menos; pero amparados en posiciones extremas. Eso es lo peor que le puede suceder a un profesional que por falta de voluntad e ideas firmes, se quede mirando o que por falta de compromiso consigo mismo, con la ética, se queda esperando a ver qué sucede. Particularmente, la profesión del periodismo demanda posiciones que requieren criterios sólidos e insobornables. Hay otros, los menos, que saben exactamente lo que hacen y utilizan la profesión para lograr fines y propósitos específicos para influir sobre la realidad.
Hay poco de aquel periodismo que da gusto leer, donde se aprecia la buena pluma, el uso de la técnica, el acopio de amplia cultura, de valoraciones desapasionadas en las que prime el criterio de periodismo comprometido con la verdad.

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