jueves, 12 de febrero de 2009

EL ESCABROSO CAMINO A LA DEMOCRACIA

Por Lya Ayala Vallejo
¿Los salvadoreños hemos aprendido a vivir en democracia? Cierta duda me asalta dado los acontecimientos recientes. Es verdad que estuvimos prestos a votar y a participar, pero me extrañó que buena parte de los analistas, medios de comunicación y organismos observadores se apresuraran a decir que hay un avance significativo en el proceso democrático del país.
Es posible que el optimismo nos gane porque mostró una de sus expresiones mas claras en las elecciones municipales y legislativas; sin embargo, la democracia no es solo eso.
Luego del 18 de enero regresamos a la realidad, que nos golpea con sus reflejos cotidianos y nos ha vuelto inmunes a la violencia y la falta de respeto hacia los demás. Un ejemplo reciente es la truculenta manera en que se utilizó a los candidatos presidenciales del PCN en función de componendas y acuerdos partidarios.
Los slogans de los partidos mayoritarios apelan a la recién descubierta responsabilidad de los salvadoreños sobre su participación razonada: piden votar con inteligencia y sabiduría. Pero no es suficiente pensar que por la tranquilidad que se percibió en algunos centros de votación en las elecciones pasadas indique que el proceso democrático haya avanzado suficiente.
Cierta educación cívica se demostró, pero habría que considerar otros factores: la idiosincrasia y el liderazgo político en la ciudad y el interior del país es diferente, la campaña y propaganda políticas fueron inmisericordes con el público, los medios de comunicación ajustaron su agenda a los intereses partidarios. Si todos estos elementos se conjugan se crean condiciones para que la mirada de la sociedad civil a la realidad política del país siga siendo parcial y oscura.
Así no hay avance, porque el ciudadano todavía no dispone de las herramientas para crear en conjunto una sociedad que abarque condiciones sociales, económicas y políticas que permitan ser solidarios, tolerantes y reflexivos sobre la realidad individual y colectiva.
El Salvador es un país donde todo está por hacer, en donde siempre falta algo que enmendar por eso no podemos dejar de enfatizar que somos muy jóvenes en materia de educación democrática.

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